¿Por qué las fresas y los tomates son peligrosos para la salud de algunas personas?

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Los tomates y las fresas son las verduras y frutas más consumidas en todo el mundo. Sin embargo, las personas que son alérgicas al polen tienen reacciones inespecíficas al consumo de estos alimentos saludables. Un equipo de investigación de Munich encontró variedades de fresa y tomate que contienen menos alérgenos.

¿Cómo identificaron los científicos el potencial alergénico de los productos?

Un equipo de investigación de la Universidad Técnica de Munich estudió las reacciones alérgicas a las fresas y los tomates. Los científicos han descubierto que la aparición de una reacción alérgica está influenciada tanto por la variedad apropiada como por los métodos de preparación.

Los resultados de la investigación se publicaron recientemente en la revista PLOS ONE. Los investigadores de Munich ahora han identificado métodos de mejoramiento para variedades que también son adecuadas para personas alérgicas.

La prevalencia de alergias alimentarias ha aumentado significativamente.

Según los expertos, en las últimas décadas, la incidencia de alergias alimentarias ha aumentado significativamente. Ya enfermo alrededor del 4% de los adultos y alrededor del 5% de los niños. Los estudios están destinados a estudiar tomates (Solanum lycopersicum) y fresas (Fragaria x ananassa), que contienen proteínas alergénicas.

Según los científicos, las proteínas alergénicas en los tomates y las fresas se parecen al polen de abedul. Debido a esta similitud, puede producirse una alergia a alimentos cruzados.

En Italia, hasta el 16% de la población sufre de alergias a los tomates.

Según los investigadores, el 30% de los alérgicos al polen de abedul también sufren reacciones alérgicas a las fresas.

Las reacciones inmunitarias se expresan de manera diferente.

Las reacciones alérgicas a los tomates y las fresas se manifiestan de diferentes maneras. Los investigadores informan que se produce picazón, erupción cutánea, urticaria o dermatitis en los pacientes.

Algunas personas experimentan irritación de la mucosa, inflamación ocular y dolor abdominal. Las alergias alimentarias a menudo ocurren después de comer frutas o verduras frescas. Los alimentos procesados ​​a menudo no causan reacciones.

En dos estudios, un equipo de científicos cuantificó la proteína alergénica en varias variedades de fresas y tomates. Además de las diferentes variedades, se tuvieron en cuenta el tamaño, la forma y el color.

Los expertos examinaron los posibles efectos de las condiciones biológicas y tradicionales de crecimiento. También se han investigado varios métodos de procesamiento de alimentos en el trabajo científico: desde el tratamiento térmico hasta el secado en un horno. El objetivo de los especialistas era encontrar las mejores opciones posibles para las personas alérgicas.

La diversidad y la calidez juegan un papel importante.

Un equipo de expertos estudió 23 variedades diferentes de tomates y 20 variedades de fresas de diferentes tamaños y formas. Los resultados muestran que el contenido de alérgenos en diferentes variedades de fresas y tomates varía mucho. El factor de calor parece tener un efecto en las personas alérgicas. Cuando las frutas fueron expuestas al calor durante el proceso de secado, se observaron menos proteínas alergénicas.

Sin embargo, las condiciones de crecimiento no parecen afectar significativamente la producción de proteínas alergénicas. Los autores del estudio concluyeron que, según los resultados, ahora se pueden cultivar variedades hipoalergénicas de tomates y fresas.

No confunda intolerancia a la histamina y alergias.

Las personas que no pueden tolerar la histamina tienen problemas con el tracto gastrointestinal después de comer tomates. Flatulencia, diarrea y estreñimiento a menudo ocurren. Las migrañas o dolores de cabeza son síntomas concomitantes comunes.

A veces los pacientes desarrollan trastornos cardiovasculares. La alergia al tomate se puede detectar mediante reacciones cutáneas típicas. Una erupción rojiza con alergias es muy pruriginosa, mientras que con la intolerancia a la histamina, no se producen reacciones específicas.

Hasta la fecha, no hay forma de determinar inequívocamente la intolerancia a la histamina. En los pacientes afectados, los síntomas descritos anteriormente también ocurren con otros alimentos con alto contenido de histamina. Estos incluyen, por ejemplo, nueces, vino tinto, queso maduro o espinacas.


La intolerancia a la histamina no es sinónimo de alergias. Los pacientes con este diagnóstico deben evitar los alimentos que contienen una alta concentración de histamina. Las alergias deben ser tratadas por especialistas con antihistamínicos.

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